"El verdadero sabio sólo es riguroso consigo mismo;
con los demás es amable."
Plutarco 

Presentado por Carmen J. Bastidas Montilla
Rolando Hernández Pérez
Hospital General "Dr. Luis Razetti" Barinas. Venezuela

Paciente femenina, de 46 años de edad, obesa, quien consulta por nódulo gris-azulado, ligeramente ovalado, con de 2 cm de longitud mayor, enmarcado, con superficie rugosa, no dolorosa, desde su infancia, localizad en cara lateral externa del talón izquierdo, (Favor ver foto clínica anexa: DSCN1607 - DSCN1608) . Desde hace 1 año refiere dolor, aumento de tamaño y además esta muy preocupada después de ver programa de TV en donde el entrevistado refería el peligro de las lesiones pigmentadas acrales, por este motivo acude a mi consulta para su tratamiento quirúrgico. Previo estudio integral y solicitud de perfil operatorio se procedió a su extirpación con margen oncológico.

Los resultados anatomopatológicos están en foto anexo (DSCN1618.jpg- DSCB1620.jpg)

Agradecemos los comentarios, este caso pertenece a la consulta de hace 15 días.

DSCN1607	DSCN1608	DSCN1618	DSCN1620

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Sugerimos ver la información enviada por el dr. Antonio Rondón Lugo sobre Leishmaniasis de la zona intermedia.

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Recientemente un grupo de Dermatólogos latinoamericanos, asistimos al lanzamiento de Tacrolimus (Protopic) evento que se realizó en el Hotel J W Marritt de New Orleáns, con un evento científico y social muy interesante. En el evento científico contamos con la presencia del Dr. Jon Hannifi y Joyce Rico, quienes expusieron su larga experiencia con éste nuevo inmunomodulador tópico que promete beneficios para la Dermatitis Atópica moderada y severa, el lanzamiento del producto en Venezuela esta programado para el mes de mayo en el marco de la ATD-Caracas-2005, según información del Laboratorio roche de Venezuela.

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En la próxima edición (martes 01/03/2005) estaremos enviando el programa de la Reunión del Hospital Universitario de Caracas, es una excelente oportunidad para compartir un rato de ciencia y gremialismo.

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El cementerio de los libros

PAOLA PASQUALI

Venía un poco azorado. A su edad, aquella ruta -que había sido muchos años atrás un placentero bulevar con aspiraciones a ramblase tornaba día a día más arriesgada.Aempujones, se abría paso entre mercaderes ambulantes que se multiplicaban o más bien, gemaban, invadiendo hasta el último rincón de la fenecida ciudad y que habían logrado acabar con las aceras por no decir, con el mero concepto de espacio público.

Como hifas, invadían rincones, esquinas, entradas de comercios en una suerte de ciudad dentro de la ciudad, donde la venta de prendas de nylon, zapatillas plásticas, ollas de latón, manteles de hule, vajillas con emblemas de hoteles saqueados, se confundían con la trata de blancas, urinarios improvisados en macetas, sacamuelas con títulos de dudosas misiones, tatuadores colocando esvásticas y lectores de tabaco amalgamados en un caótico vertedero de olores punzantes. Pero bien valía el viaje a esa olvidada librería de viejo donde lograba salir con pequeños tesoros que le transportaban -durante las siguientes semanasa mundos fantásticos, arrancándolo temporalmente de su atribulada cotidianidad.

Bien merecido tenía esos viajes imaginarios, a referentes ya olvidados por la mayoría, a lugares que se habían montado en el tren del progreso mientras su vida se arrastraba entre una novela y la siguiente, único antídoto ante la dictadura militar que le había tocado vivir en los últimos 20 años. Aquella vetusta librería recibía donaciones de familias para quienes comprar un billete de salida bien valía el desprendimiento de una historia de coleccionismo.

Pero más interesante aún había sido su descubrimiento de los restos de bibliotecas militares, que habían nacido durante la efímera democracia, que ingenuamente vio en estas nacientes colecciones de cuartel la posibilidad de educar a la milicia, sin saber que los tomos terminarían de base de alguna mesa desportillada, apilados para formar taburetes, o mutilados para escribir algún recado. En sus inicios, la dictadura había dado orden de hacer tabula rasa de aquellos potenciales centros de subversión, regalando todo libro cuyo título incluyera la palabra paz, luego por autores en listas negras para finalmente salir de cualquier amasijo de celulosa con caracteres en su superficie. Así había llegado a adquirir por pocas monedas una versión de Guerra y Paz, reducido al fondo de un cajón entre pacotilla de autoayuda que sugería paz interior y guías de turismo a La Paz.

Ese día venía dispuesto a dar con el fondo de aquel cementerio de libros quizás por haber amanecido con un extraño sabor a libertad en el paladar duro. Enel mesón de la caja, la joven encargada lo recibió con un meloso ?Québuscasmiamol? salpicado del rojo barniz con el que estaba tiñendo sus apéndices. Tras rogarle que lo llevara a los depósitos, la joven -un poco por lástima y otro por el deber al fajito de billetes que le coló entre sus dedos- procedió a llevarlo entre estrechos corredores, túneles y oscuras galerías, hasta dar con un cuarto atiborrado hasta el techo de folletos, fascículos y amarillentos libros.