Editorial
Los suicidas habituales
A finales del 2006, el grupo liderizado por Tamás Lasky en Alemania publicó un trabajo en los Proceedings of the National Academy of Sciences de los Estados Unidos (1), que demostró como un inoculo de Leishmanias requiere de parásitos muertos por apoptosis y parásitos vivos para poder ser virulento . La eliminación de los parásitos apoptóticos del inoculo, impidió que las Leishmanias vivas pudiesen sobrevivir dentro de los fagocitos o fallacen en instalar una infección en animales experimentales. Estos investigadores también demostraron que los parásitos apoptóticos inducían la producción de TGF-beta (Factor transformador de crecimiento beta), una importante citocina reguladora capaz de inhibir la activación de la respuesta inmunológica efectora. La conclusión del trabajo fue que los parásitos que mueren por apoptosis, en una forma altruista, permiten la supervivencia intracelular de los parásitos viables. O dicho en otras palabras, la existencia de parásitos muertos en una población de Leishmanias es un factor crítico en la determinación de la virulencia.
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